Ahí estaba. Era la primera vez que la veía, aunque nunca había imaginado que fuera a ocurrir de esa manera. Él, maniatado, arrodillado y apresado por dos guardias. Ella, cálida, difusa, cabizbaja, con un vestido largo de color marfil que se humedecía en la parte de abajo a causa del agua del lago en el que se encontraba.
Era el día en el que juraría lealtad hacia aquel que ella creía el más grande y bondadoso mago, su maestro. Pero la verdad era muy distinta. Dailor, que así se llamaba, nunca había sido bueno, ni mucho menos. Su único deseo era convertirse en el mago más poderoso, no importaba cómo, y eso le había llevado a pasar el umbral de la magia, a la hechicería de los ancestros, una práctica prohibida. A pesar de su ansia de poder y su maldad, era una persona increiblemente inteligente; había conseguido engañar a muchísima gente haciéndose pasar por una especie de líder espiritual. Pero su mayor recluta era ella, una joven de 17 años de edad a la que Dailor encontró con tan solo unos meses de vida y bautizó con el nombre de Lunnei-Ra. En ella vio algo, un potencial innato que el mago aprovechó y desarrolló a lo largo de toda su infancia, y ahora había llegado el momento de convertir a su valiosa aprendiz en su más fiel seguidora y transmitirle sus conocimientos ancestrales para que pudiera ayudarle a conseguir su oscuo propósito.
Saul, el chico, el preso de Dailor, seguía arrodillado y contemplando la escena mientras intentaba encontrar algún modo de impedir la consagración de Lunnei y así acabar con los planes del mago. Aquello era por lo que él y los suyos habían luchado tanto tiempo y no podía dejar que todo se estropeara ahora. Pero había algunos inconvenientes a tener en cuenta: primero, estaba apresado; segundo, ella pensaba que él era el enemigo; tercero, en el lugar se encontraban muchos de los guerreros de Dailor y él estaba solo.
Entonces, Lunnei se acercó con pasos lentos hacia su maestro, con la cabeza todavía agachada como muestra de respeto. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca el uno del otro, el mago elevó su mano y haciendo un rápido círculo con su muñeca, una bruma blanca apareció de entre sus dedos extendiéndose al resto de la mano. En ese momento, Saul entendió que esa era su única oportunidad de hacer algo, era ahora o nunca.
-¡Dailor! ¿Por qué no le cuentas la verdad a tu pequeña erudita? - Gritó el chico improvisando.
La bruma de la mano desapareció por el sobresalto.
- Por favor joven, necesito silencio, este momento es importante.- Contestó el mago simulando una falsa ternura, todo para seguir con su careta de buena persona.
Lunnei seguía inmóvil frente a Dailor, sin sobresalarse por las acusaciones del chico y el maetro volvió a levantar la mano haciedo aparecer de nuevo esa bruma.
-Tienes razón, es importante, una importante mentira. Una mentira que si sigue adelante condenará los destinos de todo el mundo.
La bruma se disipó nuevamente. El mago volvió a mirar a Saul, esta vez con un poco más de dureza, pero el tono de su voz seguía siendo tranquilo.
-Te lo he pedido por favor, si sigues interrupiéndome me veré obligado a hacer que abandones el acto.
De nuevo Dailor comenzó su ritual y cuado llegó al punto en el que la bruma aprecía entre sus dedos miró de reojo a Saul, pero no dijo nada...hasta 3 segundos después.
-¿Qué precio estás dispuesto a pagar, Dailor? ¿Cuánto arriesgarías por conseguir tu verdadero y fatal propósito?
Una vez más la bruma se evaporó, pero esta vez el mago no pudo contenerse y explotó.
-¡Cerradle el pico a ese niñato entrometido!
Los guardias lavantarn bruscamente del suelo al joven y cuando estaban a punto de ejecutar la orden, Lunnei habló.
-¡Esperad! Dejadle un minuto. -Gritó a los guardias, sobre los que tambien tenía algún poder. - ¿Qué es de lo que está hablando, Señor? - Le preguntó dulce, como siempre, y confusa a su maestro. La reacción del mago le había hecho dudar.
- No es nada, querida. Tan solo es un joven que forma parte de uno de los abundantes grupos paganos que osan a desprestigiar nuestras creencias y actos.
- ¿Creencias? ¿Qué creeencias, Dailor? Tú solo crees en una cosa, y se llama poder. Tus únicos mandamientos son la obtención de riquezas, reconocimiento y adordores a tus pies. Eres todo lo contrario a lo que predicas y has engañado a cientos de personas, entre ellas esta cría a la que quieres convertir en tu vasallo para el resto de su vida. ¿O no es así, "maestro"?
- ¿Qué está diciendo? ¿Todo eso es verdad? Por favor, Señor, dígame algo. - La chica empezó a llorar, algo asustada.
Aprovechándose de la situación de confusión que reinaba en el lago, Saul se deshizo de sus captores y se colocó en una posición estratégica escondido en el bosque de al lado, desde donde siguió hablando.
- ¡¡Señor!! - Le gritó la chica al mago para que éste le contestara.
Pero la reacción de Dailor no fue una contestación, sino una bofetada en la mejilla de la chica que hizo que esta aterrizara en el suelo del lago, empapándose de pies a cabez. Ahí se quedó, con los ojos muy abiertos y una mano sobre la parte donde había recibido el golpe. No entendía nada, toda su vida había perdido sentido de un segundo a otro.
- Señor, el chico ha escapado. No hemos podido hacer nada, ha ocurrido muy deprisa. - Le informó uno de los guardias que custodiaban a Saul.
Ante esto, el mago dejó fluir todo su poder y su ira. De todo su cuerpo empezó a brotar una bruma, pero esta vez no era aquella bruma blanca sino una de un tono azul, casi negro, como el cielo nocturno. Sus pies se despegaron del suelo y sus rasgos se volvieron agresivos. Con un grito desgarrador hizo que del vapor oscuro que le rodeaba salieran disparadas corrientes de la misma bruma en todas direcciones. Algunos de esos rayos se dirigieron directos al pecho del guardia que le había comunicado la fuga del joven, y sin apenas ruido, el cuerpo del hombre cayó muerto al agua del lago.
Cuando el malvado mago volvió la vista hacia abajo en busca de su ahijada, lo único que encontró fue unas hondas en el agua que reflejaban el moviemiento de todos los presentes.
Mientras, en el bosque, la chica corría desconsolada, huyendo de los rastrojos que quedaban de su vida. Tras cruzar uno de los cientos de árboles, se chocó con el cuerpo del preso en busca y captura.
- Tranquila, yo no voy a hacerte daño, solo quiero ayudar.- Le dijo para animarla.
- No te ofendas "crío" -contestó Lunnei, a modo de recordatorio de cómo se había dirigido él a ella hacía unos minutos. - pero que mi supuesto maestro no sea lo que yo pensaba no quire decir que tú si seas lo que dices, que seas "de los buenos". No voy a ir contigo a ningún lado, y por supuesto que no necesito tu ayuda ni la de nadie. - Parecía que la pequeña aspirante a santa había perdido toda su dulzura.
- Entonces no me dejas otra elección.
El joven se colocó rápidamente detrás de ella y rodeó su cuello con sus brazos, apretando poco a poco hasta que la chica perdió el conocimiento. Evitando que cayera al suelo, la cogió en brazos y la contempló durante unos segundos, pensando en el cambio. Antes, una chica inocente, vestida de blanco, irradiando pureza. Ahora, una chica confusa, perdida, sin una vida real, ataviada con los restos de aquel vestido, ahora amarronado por la tierra, empapado, al igual que su cabello oscuro, que goteaba sobre el calzado de Saul.
Después de aquella inspección, salió corriendo de allí, se la llevó de toda aquella falsa.
Waaw, increible historia.
ResponderEliminarTal vez, algunas partes reflejen algo de la confucion de una persona en su vida. Como que me identifique en algunas partes con la chica y lo que vivia.
Me encanto !
Espero que tu relacion a distancia si sea para siempre :). Y gracias por pasar por mi blog, se agradeze mucho ^^
Besos!
gran historia ^^
ResponderEliminarme gusto muchoo
espero que nos mantengamos en contacto ^^
saludoss!
Annie D. Lopez.
Puff me a encantado hacia ya tiempo q no leia nada tan bueno, me ha llegado muy ondo, aver si la continuas un poco si te sale algo, xq es una historia digna de tener principio y final.
ResponderEliminarY la historia me recurda a algo pero no decir a que...
Bueno en resumidas cuentas que me ha encantado sigue escribiendo asi porque llegaras muy lejos.