miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cap. 11: Gardentia

Las semanas siguientes las pasaron rodeados de árboles, ascendiendo y descendiendo colinas, atravesando valles y aprendiendo. Aprendiendo los unos de los otros. Por norma general eran Ciros y Saul los que daban clases a Lunnei tanto sobre lucha como sobre la teoría del mundo, ya que la joven apenas conocía nada sobre el ser humano, su historia y el planeta donde habitaba. Esta parte de las lecciones las asumía con facilidad y curiosidad, pero respecto a la parte de la lucha no le gustaba nada que la dieran clases sobre algo que sabía hacer perfectamente, o eso pensaba ella.

- Sabes que puedo hacerte frente sin ayuda – le dijo una vez a Saul.

- Ya lo sé, pero tu forma de luchar no está bien. Eres cruel, mentirosa y sádica en la pelea.

Tanto Ciros como él se habían percatado de la manera tan peculiar que tenía su amiga de defenderse. Luchaba de una manera sucia, engañando al enemigo y con golpes bajos en zonas delicadas como los ojos o la entrepierna. Era una forma de pelear muy agresiva y fea, nada que ver con los elegantes golpes de los chicos.

- ¿Qué estás diciendo? – preguntó Lunnei enfurruñada.

- Lo que has oído. No juegas limpio. Esa clase de movimientos solo los utilizan cobardes del calibre de los ladrones, asesinos y demás sanguijuelas. No es propio de personas “normales” y mucho menos de una señorita como tú – y al decir esta última frase el chico se inclinó hacia delante e hizo el gesto de quitarse un sombrero.

Lunnei le miró con las cejas levantadas y una expresión de indiferencia.

- ¿Ahora soy una señorita? – preguntó.

Saul se acercó deslizándose hasta situarse frente al rostro de la joven, muy cerca, y habló en voz muy baja, casi como un susurro imperceptible, mientras le colocaba un mechón de pelo negro detrás de la pequeña oreja.

- Siempre lo has sido, princesa.

El chico se apartó con la misma suavidad con la que se había aproximado. Se dio la vuelta y se puso a guardar las armas en sus respectivas fundas.

Lunnei se quedó quieta, más bien, tiesa. Aquella escena le había provocado un escalofrío que la recorrió de pies a cabeza, erizándole el bello de la piel a medida que se extendía. Un escalofrío que le congeló la sangre, dejándola parada en el mismo lugar durante varios segundos, incluso varios minutos, hasta que consiguió templarse y pensar en lo que había ocurrido. No tenía sentido, ninguna de las cinco palabras pronunciadas por el pelirrojo entraban dentro del esquema perceptivo en el que la joven englobaba a su amigo. De Saul se podía esperar cualquier cosa, cualquier comentario, cualquier salvajada y locura, pero nunca, nunca, nada agradable y mucho menos hacia Lunnei. Entonces la joven recordó la escena que compartieron cuando Saul le preguntó sobre la inscripción del filo de su sable. Desde entonces le había mirado con otros ojos, sí, es cierto, pero esto…Esto era totalmente distinto, un cambio demasiado grande en la personalidad del chico. Estaba perdida, no sabía qué pensar y no sabía cómo actuar.

Después de pensarlo durante un corto, y largo a la vez, rato decidió ignorar lo ocurrido, seguir el camino como si nada y olvidarse de aquella frase, de aquel escalofrío y, sobretodo, de aquella sonrisa.

Los días siguieron avanzando, al igual que Lunnei con sus clases de esgrima, o “defensa de corte” como ella la llamaba, refiriéndose al tipo de lucha que practican las personas de la nobleza. En pocos días la joven ya manejaba y dominaba todos los movimientos que le habían enseñado sus amigos y aprendió a utilizar otras armas a parte de su sable, tales como palos, arco o látigo, además de una infinidad de usos que podía darles a las armas que le ofrecía la naturaleza, tanto para la lucha como para el escondite. También recibió clases de magia. Pese a que ninguno de sus amigos tenía el poder de utilizarla, después de habitar tanto tiempo con Ilíade y demás magos habían adquirido cierta teoría sobre cómo funcionaba. Puesto que Lunnei ya era capaz de exteriorizarla la mayoría de las clases se centraron en la concentración de la magia en las distintas partes del cuerpo. Cosa que no le resultó muy difícil a la chica. Dado que lo normal era aprender primero a concentrarla y después a exteriorizarla, el método contrario resultaba mucho más sencillo y rápido.

Y un día, por fin, atravesaron el último de los inmensos bosques de la región del norte.

- Mira hacia delante, Lun, ¿qué es lo que ves? –dijo Ciros sin dirigir su mirada a la chica.

Ella obedeció.

- Ni un solo bosque en varios kilómetros – contestó.

- Exacto –dijo Ciros – Y eso ¿qué nos indica?

- Pues, si miramos hacia atrás podemos observar un gran cúmulo espeso de árboles, si miramos hacia delante vemos una extensa llanura verde, pero sin más de tres árboles juntos. En cambio, si giramos en dirección oeste nos sorprende encontrar un altísimo conjunto montañoso cuyos picos se pierden entre las nubes.

- Muy observadora –dijo Saul con cierta burla.

La chica le respondió con una mirada fulminante.

- Como iba diciendo, tras contemplar estos aspectos del paisaje me aventuro a decir, con mucha seguridad, que nos encontramos a escasos metros de la frontera con el Reino del Sur. –Terminó Lunnei.

Entonces se produjo un silencio que incomodó bastante a la chica, pues temía haberse equivocado en su razonamiento.

-¿Y bien? –se animó a preguntar mirando a Ciros.

-Perfecto –contestó el moreno.

-¡Sí! –gritó Lunnei exuberante de alegría y orgullo.

- Por lo menos ya sabemos que prestas atención en las clases de geografía –comentó Saul.

-Pues claro, ¿qué esperabas? ¿Qué sería igual que tú? –respondió ella a modo de insulto, pero sin perder la sonrisa.

Un paso detrás de otro, por fin se adentraron en el esperado Reino del Sur, un complejo de llanuras y prados repletos de hierba de un verde intenso y brillante y miles de florecillas silvestres de diversos colores, la mayoría de ellos muy llamativos sobre ese lienzo verde. Aunque lo más apreciado del Reino del Sur era el mar. Los otros tres reinos también contaban con él, pero ninguno podía competir con las enormes playas que enmarcaban la costa del Reino del Sur, todas ellas de arena pálida, en tonos blancos y amarillentos, y tan fina que se te escapaba entre los huecos de las manos cuando cogías un puñado de ella. El océano salvaje que rodeaba los cuatro reinos se volvía dócil y ligero en el Mar del Sur, sin apenas oleaje y con un agua cálida y cristalina a través de la cual podían observarse miles de especies distintas de peces y plantas marinas. Los pueblos y ciudades de este reino apenas se diferenciaban; lo único que podía indicarnos si estábamos en un pueblo o en una ciudad era el tamaño, porque el tipo de

construcciones era exactamente igual en los dos ámbitos: casas bajas, particulares, adornadas con multitud de flores y pintadas de color blanco y con el tejado plano y sin teja. En el centro siempre había una gran fuente con esculturas decorativas alrededor de la cual se extendía una plaza, más grande o más pequeña dependiendo el lugar. En definitiva, el Reino del Sur era lo que la mayoría llamaba “Gardentia” en la variante sureña, que en el lenguaje común quería decir “El hogar del Sol”. Nombre muy merecido, pues todo lo que se encontraba en el Reino del Sur parecía tener cierto brillo especial, una alegría y calidez innatas, como los rayos del Sol.

miércoles, 29 de julio de 2009

Cap.10: Pillada

-¿Pero qué te ocurre?- preguntó Saul tras un breve momento de silencio.
-Nada, es solo que me han venido algunas imágenes terribles a la cabeza.-contestó.
-¿Imágenes terribles? ¿De qué te has acordado?
-¡No! No es nada, son solo imaginaciones mías. –no quiso dar más detalles sobre su visión. No quería arriesgarse a que la imagen se dibujara de nuevo en su cabeza.

Cuando salieron del pueblo otras dos grandes rocas como las de la entrada al pueblo se levantaban a ambos lados del camino. La diferencia entre éstas y las anteriores estaba en los grabados que tenían. Mientras que en las de la entrada podía leerse “Endar” en estas lo que estaba escrito era “Suerte en su camino”, pero en la variante norteña de la lengua, por lo que Lunnei no comprendía muy bien el significado de la frase.
-Supongo que tampoco sabrás lo de las variantes geográficas de la lengua, no? – le preguntó Saul antes de que ella dijera nada.
La chica negó con la cabeza algo avergonzada. Se sentía estúpida.
-Bien, es muy sencillo. Dado que en todo el mundo se habla actualmente la misma lengua, como es lógico, debido a la distancia y al paso del tiempo esa lengua ha ido evolucionando de manera algo distinta en cada reino, generándose así 4 variantes geográficas: norteña, sureña, occidental y oriental.- recitaba el pelirrojo como si estuviera leyendo una enciclopedia- Todas tienen raíces similares, por lo que podemos comprender algunas palabras sin mucho esfuerzo, pero a la vez todas tienen diferencias.
-Y si eso que está ahí escrito es norteño y nosotros estamos en el norte, ¿por qué no sé exactamente lo que dice?-preguntó la joven algo confusa.
-Porque nosotros ahora mismo no hablamos norteño, simplemente la lengua común. Es la más utilizada y, en realidad, muy pocas personas utilizan las variantes de su reino. Prácticamente todo el mundo habla la lengua común. Las variantes son más utilizadas para monumentos, ceremonias y cosas así.
-Como hace Dailor con el évilo.-comparó la joven.
Una situación algo incómoda se creó en ese momento. Solo Ciros se atrevió a romper ese amargo silencio.
-Exacto. –fue lo único que dijo.
Tras esa pausa y explicación, los tres jóvenes siguieron su camino sin hacer grandes comentarios.
Acababan de comenzar el camino de ese día, pero Lunnei ya había empezado a deprimirse en sus adentros. Parecía como si nunca hubieran pasado por el pueblo, como si jamás hubieran dejado el bosque. El paisaje era exactamente igual al del día anterior: un pequeño sendero de arena en el medio y miles árboles frondosos a ambos lados de aquel sendero, todo ello adornado con altas hierbas y bastantes insectos y algún que otro mamífero correteando por ahí.
Y al igual que el paisaje no cambió, el desarrollo del día tampoco. Caminaban y caminaban, paraban a comer algo y seguían caminando. La única variación que se dio respecto al día anterior fue que llegaron al siguiente pueblo apenas un par de horas después del almuerzo. La chica se alegró bastante, ya estaba empezando a notar ampollas en sus pies.
- ¿Por qué paras? – le preguntó Ciros extrañado a Lunnei.
-…- ella no sabía qué responder, pensaba que pasarían al pueblo a descansar pero si no era así no quería mostrar su debilidad.
-No me digas que ya te has cansado.-dijo Saul con pesadez.
-¿Eh? No, no… ¡para nada!- mintió – Tan solo estaba observando un poco por encima el lugar.
- Es muy similar a Endar, algo más pequeño pero similar de igual forma.-informó Ciros.
- Está bien. Continuemos entonces.- dijo la chica simulando fuerza, aunque en su interior se vino abajo. No aguantaría mucho más tiempo andando, al menos no sus pies.

En contra de toda predicción, Lunnei consiguió continuar con la marcha hasta bien entrada la noche. Cuando se detuvieron en el borde del sendero el cielo estaba de un azul tan oscuro que casi parecía negro y las estrellas brillaban con tanta fuerza que iluminaban todo el bosque con su blanco resplandor.
-Deduzco que dormiremos aquí hoy, ¿verdad? –preguntó la chica.
-Deduces bien-contestó el pelirrojo con su ya tan familiar sonrisa.
Comieron algo de lo que les había sobrado del almuerzo y después sacaron sus mantas y las colocaron entre las hierbas al lado del sendero, alrededor de un árbol de tronco grueso. Cuando todo estuvo listo se acomodaron cada uno en su improvisada cama y se dispusieron a dormir.
Lunnei empezó a dar vueltas sobre sí misma. Cerraba los ojos pero no lograba conciliar el sueño así que decidió dejarlos abiertos hasta que el cansancio los cerrara por ella.
Todo estaba en silencio. No se escuchaba nada más que el leve sonido del aire moviendo las ramas de los árboles, algún animalillo y las respiraciones sosegadas de sus amigos, o mejor dicho, de su amigo. Lunnei se giró hacia el lado en el que descansaba Saul y lo contempló ahí, acurrucado debajo de las mantas que se elevaban suavemente impulsadas por el movimiento de su pecho. Tenía la expresión sosegada e inspiraba tranquilidad, incluso parecía agradable así dormido.
Sin darse cuenta se había quedado embobada mirando al chico, pero entonces una voz la sacó de su trance.
- Angelical, ¿verdad?
La chica se volvió hacia el lado contrario y observó a Ciros, bocarriba, contemplando las estrellas y con los ojos bien abiertos.
- ¿Qué haces despierto? – le preguntó ella intentando cambiar de tema mientras se cubría parte de la cara con su manta para ocultar el sonrojo.
- La misma pregunta puedo hacerte yo.-contestó el amablemente.
-No podía dormir.
-Cualquiera lo diría. Hace un rato habrías dado lo que fuera por un minuto de descanso, ¿a que sí?
Derrotada, la joven decidió sincerarse.
- ¿Tanto se nota?
- No, la verdad es que disimulas muy bien, pero a mí no me engañas.- Y tras decir eso se giró para mirarla a la cara.
-No quería que pensarais que soy débil o me vierais como una carga.
- No tienes que preocuparte por eso. Lo entenderíamos perfectamente, si nunca has salido del terreno de Dailor es físicamente imposible que estés preparada para andar grandes distancias.
- Ya, pero…Saul no es como tú. Te agradecería que no le contaras nada.
- Bueno, si no quieres no tiene por qué saberlo. Podemos parar más a menudo para que descanses.
- No. Lo notará
- Confía en mí, no sospechará nada. – y le guiñó un ojo por encima del pañuelo que le cubría media cara. – Ahora intenta dormir, créeme, lo necesitas.
-Sí. –asintió ella.
Intentó conciliar el sueño de nuevo, pero una vez más no lo consiguió. Volvió la mirada hacia el joven otra vez.
-Ciros –llamó -¿Estás despierto?
- Por poco –contestó.
-¿Es esto una locura?
-¿El qué?
- Yo, vosotros, Dailor, nuestro viaje, mis padres…todo. Quiero decir, no sabemos en qué lugar se encuentran exactamente esos herreros, ni si quiera sabemos si la leyenda del metal de Heiss es verdad. Estamos a ciegas.
- Bueno, sabemos la zona, ya preguntaremos. La gente habla mucho y los rumores se extienden rápidamente, es difícil ocultarse en este mundo, y más aún si eres capaz de construir espadas mágicas. – y carcajeó a penas sin volumen.
- Y en el caso de que encontrásemos al matrimonio del metal, ¿qué haríamos? Seguramente hayan fabricado armas y joyas para miles de personas, no recordarían a mis padres.
- Venga Lun, tranquilízate. Encontraremos a tu familia cueste lo que cueste. Ahora duérmete de una vez. – alargó la mano y despeinó la mata de pelo negro que era la cabellera de la chica. – Buenas noches.- y se giró.
-Buenas noches Ciros.- y también se giró. – Y gracias.

jueves, 9 de julio de 2009

información, agradecimientos y premios

Bueno pues pongo esta nueva entrada para informar de que he agrupado todos los capítulos de la historia y los he enumerado, para evitar confusiones a los lectores.
Gracias a Val* y a Katty* por las sugerencias para mejorar el blog y por supuesto por los comentarios tan agradables que dejan, así animáis a cualquiera a seguir escribiendo

GRACIAS CHICAS! =)

Y aprobecho a darle las gfracias también a Nuara de http://www.nosolorelatoscortos.blogspot.com/ por el premio que me concedió hace unos días. Yo le doy el premio a todos mis seguidores, que justo son 6 jaja gracias a todos una vez más.



1. Agradecer al blog que te lo otorgó.
Graaaacias Nuara!

2. Decir un autor que te encante.
Obviamente J.K Rowling, aunque no puedo dejar de mencionar a Laura Gallego, 100% producto español =D

3. Tu libro favorito.
Pff! Es tan difícil elegir uno...no puedo, cualquiera de Harry Potter, Memorias de Idhún, la saga de Crepúsuculo, o incluso un libro relativamente nuevo llamado Ciudad de hueso que pertenece a una saga llamada Cazadores de sombras, si os gustan los mismos tipos de libros que a mí, seguramente este os encantará también :)
4. Algo que te entusiasme.
La música, la lectura, la escirtura, mi novio (jiji) y mis amigos!

5. Algo que odies.
Esperar

6. Otorgar el premio a 6 blogs, pero diciendo el porqué (se puede repetir y también vale entregárselo a quien lo otorgó)


Como ya he dicho antes, se lo doy a mis 6 seguidores, por ser tan buenos todos y ayudarme a seguir escribiendo y mejorar!

martes, 7 de julio de 2009

Cap. 9 : Teoría de la magia

-Pues sí que tenía sueño-comentó Saul.
-Hmm…-asintió Ciros.-Hemos caminado mucho.
-Sí, pero lo que me asombra es lo bien que ha disimulado el cansancio, parecía poder aguantar un par de horas más.-se extrañó el pelirrojo.
Ciros cerró los ojos y sonrió. Saul intentó adivinar en qué pensaba su compañero pero no lo consiguió.
-¿En qué piensas?-le preguntó al fin.
-En que deberíamos dormir nosotros también.



Saul arrugó la frente pero no dijo nada y los dos jóvenes se quitaron las ropas más pesadas y se metieron en la cama.
El día siguiente comenzó de un tono violáceo para los tres amigos cuando se despertaron. A juzgar por el aspecto del cielo debía de haber amanecido hacía poco.
A Lunnei le dolía todo el cuerpo, pues había dormido toda la noche en la misma posición en la que había caído la noche anterior, sin apenas moverse y con toda la ropa puesta.


-¿Por qué no me despertasteis?-gruñó a sus compañeros mientras bajaban al piso de abajo.
-Porque estabas muy mona ahí dormidita y calladita.- le contestó Saul haciendo énfasis en la última palabra que había pronunciado, acompañando la frase con una sonrisa y un pellizco en la mejilla de la chica.
Ella se deshizo del pellizco con un manotazo y le dedicó una mirada furiosa, pero en ese instante recordó que le había prometido a Ciros que no volvería a perder el control. El moreno les observaba desde las escaleras que llevaban a la taberna, les dirigió una fugaz mirada por encima de la tela que cubría su cara y después continuó su descenso.
Al ver que la joven no contestaba a su juego, Saul decidió seguir su camino junto a Ciros y Lunnei marchó tras él.


Cuando por fin se encontraban frente a la barra, Saul pidió a Marca, el posadero, que les cocinara una de las perdices que habían guardado del día anterior. Y así lo hizo.
Tras terminar de rebañar los platos del desayuno, los tres se despidieron del hombre de la cicatriz y salieron de nuevo a las calles del pueblo.
Lunnei seguía admirando cada detalle, pero, sin duda, lo que más le fascinó de aquel lugar fue el reloj de sol que se encontraba en la plaza central del pueblo. Era muy grande y estaba decorado con centenares de dibujos trazados meticulosamente por toda la columna que hacía de base del reloj. Eran dibujos de algo parecido a lágrimas o gotas, unos más alargados que otros, más grandes o más finos, pero todos guardaban alguna relación.



-Son las Huellas de la Magia. ¡No me digas que nunca las habías visto!-dijo Saul.
-No te lo digo si no quieres, pero…-contestó Lunnei.
-Pues sí que te tenía bien encerrada ese canalla.-añadió el pelirrojo.
-Bueno, ¿y qué son exactamente?
-Todos los pueblos y ciudades tienen algún monumento en el que pueden observarse las Huellas, ya sea una escultura, un cuadro o un simple reloj de arena.- y señaló hacia atrás con el pulgar, en la dirección en la que se encontraba el reloj. – Simbolizan la magia que fluye por cada grano de arena del suelo de la población, la magia que contienen los corazones de todos los habitantes, la magia que creó aquel pueblo o ciudad y que lo dota con una esencia propia.
-Entonces, según lo que acabas de contar, dentro de todos nosotros hay magia, ¿no es así?
-¡Pero bueno! ¿Qué clase de enseñanza mágica te dio esa sabandija?-gritó Saul bastante alterado, como si no pudiera dar crédito a lo que estaba escuchando.
-Dailor solo me contó que la magia era poder. Decía que cada ataque mágico que lanzaba era como una extensión de mi propio cuerpo y que para usarla debía sacar los sentimientos más fuertes que había en mi interior: el odio y el dolor. Pero en ningún momento me dijo que todos teníamos magia, yo pensaba que solo algunas personas eran capaces de tener ese poder, que era como quien tiene los ojos azules o como quien es alto. Creía que era una característica innata de algunos seres humanos.
-Bueno, pues sí y no. Todo el mundo tiene magia, corre por nuestras venas, como la sangre o como el oxígeno, es solo que muy poca gente es capaz de controlarla y, lo que es más difícil aún, exteriorizarla.
-Y si tan raro es, ¿por qué nadie de vuestro grupo se extrañó al verme usarla?-se preguntó Lunnei.
-Nosotros ya estamos acostumbrados, solo hay que mirar a Ilíade. Además hay otras cuantas personas que trabajan con nosotros y que son capaces de utilizar la magia como tú.
-Amm…Y eso que has dicho sobre controlarla y exteriorizarla, ¿qué significa?
En la cara del chico se dibujó una expresión de impaciencia. Se estaba dando cuenta de que su amiga no sabía a penas nada del mundo. Entonces Ciros decidió continuar con la explicación, tras ver el gesto de su compañero.
-Una cosa es controlar la magia que fluye por tu interior, esto significa que eres capaz de concentrarla sobre ciertas partes de tu cuerpo aumentando las capacidades de éstas, por ejemplo, cuando concentras la magia en una pierna puedes patear con mucha más fuerza que con la que lo harías normalmente, si la concentras en las dos piernas puedes correr a grandes velocidades, etc. Todo depende del uso que quieras darle a tu magia y de lo bien que la controles. – explicó- Por otro lado, exteriorizarla quiere decir que eres capaz de sacar esa magia fuera de ti, como haces tú con tus golpes de “viento”, por ejemplo, o como hace Ilíade con sus campos de fuerza.
-Creo que lo entiendo, pero ¿has dicho golpes de viento? No es viento lo que sale de mí, es algo más complejo, como una fuerza extraña e invisible…es la magia.
-Sí, es la magia, lo sé. Pero normalmente todos los ataques mágicos vienen acompañados por vientos de diferentes intensidades debido al movimiento de las masas de aire producido por la fuerza con la que exteriorizas la magia. Esas corrientes de aire es lo único, a parte del golpe, que nos permite ver que se ha utilizado magia ya que ésta es invisible, intangible, incolora…en definitiva, imperceptible para nosotros, a excepción de, como he dicho antes, si el ataque va dirigido a nosotros. –aclaró Ciros.
-Pero la magia de Dailor puede verse. Cada vez que la utiliza una bruma brota de sus dedos.-informó ella.
-Eso no es magia.-dijo rotundamente el chico.
-¿Ah no?
-No, sí, no…-intervino Saul contradiciéndose a sí mismo.- Más o menos. Es magia pero magia malograda. Tu magia, Lunnei, y la de la mayoría de las personas, es pura, transparente como el agua del lago más claro, fluida y limpia. La magia de Dailor está corrompida por el odio y el ansia de poder, de ahí que esté impregnada de esa sustancia gris y vaporosa similar a la niebla. Es una magia densa y sucia que inunda cada vena de tu antiguo mentor y que poco a poco se está apoderando de él. Seguramente llegará un momento en que le consumirá por completo.


Un nudo apareció en la garganta de la chica. No tenía aprecio por el hombre que la había tenido encerrada y la había engañado durante toda su vida, pero ahora sentía algo de lástima por él. En su mente empezó a dibujarse la imagen de Dailor retorciéndose de dolor y rodeado de esa bruma suya, consumiéndose. Era espeluznante, así que Lunnei decidió deshacerse de ese pensamiento con unos bruscos movimientos de cabeza hacia los lados. Cuando abrió los ojos la imagen había desaparecido, pero las miradas de sus compañeros se habían clavado en ella.

martes, 16 de junio de 2009

Cap. 8 : ¿Pija? ¿Inmadura?¿Malcriada?

Los tres jóvenes dejaron atrás las rocas y continuaron hacia delante. Ciros y Saul iban directos a alguna parte, sin fijarse en nada más que el tramo de suelo empedrado que tenían al frente, parecían conocer Endar muy bien. Sin embargo, para Lunnei las cosas eran muy diferentes. Ella nunca había visitado ese pueblo, más bien, nunca había visitado ningún pueblo. Ni pueblos ni nada que no fuera el jardín, prácticamente del tamaño de un bosque, que tenía la fortaleza de Dailor. Nunca se había sentido así, pero ahora, al contemplar cada piedra colocada en las estructuras de las viejas casas de Endar y cada flor plantada estratégicamente para adornar el pueblo, se dio cuenta de que existían infinidad de cosas que se había perdido y de pronto una enorme ansia por conocer se despertó en su interior. Miraba de un lado a otro asombrada con cada detalle, captando cada color, forma y utilidad de todo lo que se encontraba en su campo visual y los chicos se percataron de ello.
-¿Estás bien, Lun?-le preguntó Ciros en una ocasión.
-Perfectamente. ¿Por qué lo preguntas?- estaba empezando a temer que se hubieran dado cuenta de su fatiga. Ella no era débil, o al menos no quería serlo.
-Porque no paras de mover la cabeza hacia todas partes, me estás mareando.-le escupió Saul.
La chica, por una parte, se sintió algo cabreada con el pelirrojo por lo que le había dicho, pero por otra se sintió aliviada. No habían notado nada sobre su estado físico.
-Nadie te ha dicho que me mires, zanahoria.-Sabía que aquel mote no le gustaba nada a su amigo, por eso lo utilizaba cada vez que quería meterse con él.-No lo hagas y no te marearás.
-Yo no estaba… ¡Oye un momento! ¿Cómo que zanahoria? ¿Quién te crees que eres tú niña pija?-le contestó alterado y claramente ofendido Saul.
Al igual que al joven le sacaba de sus casillas el apodo de “zanahoria”, ella odiaba que dijeran que era pija. Simplemente por no ser un chico no significaba que fuera una pija malcriada, además podía hacer las mismas tareas que ellos. Por tanto, ella le contestó dejando que algo de veneno se colara en sus palabras.
-¿Qué quién soy? Soy la que te va a patear el culo ahora mismo. –contestó furiosa.
Y se dirigió corriendo hacia el chico. Cuando estuvo lo bastante cerca saltó sobre su espalda agarrándole del cuello. Pero el peso de ella, sumado a la sorpresa del joven, hizo que éste perdiera el equilibrio y cayeran al suelo. Ciros se acercó tranquilamente hacia la chica, se puso de cuclillas a su lado y la contempló el rostro y el cuerpo en busca de alguna herida. Su búsqueda tuvo existo. Tenía el brazo derecho lleno de rasponazos de la arena, desde el hombro hasta poco más arriba del codo.
-Ay…-suspiró el moreno.- ¿No sois un poquito mayorcitos para estos juegos?- les preguntó a sus compañeros mientras curaba las heridas de ambos y les entregaba un par de esparadrapos para que sostuvieran sobre sus raspones.
-Ella empezó.-aclaró Saul.
-¿Yo? Fuiste tú el que…
-Ejem-un carraspeo proveniente de la garganta de Ciros hizo que los dos callaran y volvieran las cabezas hacia él. Además, provocó en Lunnei un leve rubor que atravesaba sus mejillas y nariz.
-Lo sentimos-corearon los dos jóvenes, tanto él, como ella.
Caminaron durante un largo tramo sin decir palabra, entre casas de piedra gris y cuidados huertos y jardines. Al fin, Ciros se acercó a la altura de Lunnei para entablar conversación con ella.
-¿Qué es lo que te ha pasado? Pensaba que eras algo más…
-¿Madura?-terminó la chica.
-Sí, exacto. Más madura.
-Y lo soy para mis 15 años, pero es que me saca de mis casillas. Es completamente insoportable.
Ciros rió.
-Lo sé. Y tú también lo sabes. Por eso mismo deberías poder prever estas situaciones y evitarlas. Es cierto que puede ser bastante estresante a veces, pero le necesitamos con nosotros, si es que quieres encontrar algo de la verdad sobre tu pasado.-sermoneó el moreno.
-¡Claro que quiero! Siento lo que ha pasado, de verdad. A partir de ahora tendré cuidado y controlaré mis impulsos, al fin y al cabo, Saul no puede ser tan malo, ¿no?
Ciros rió de nuevo y aceleró el paso para colocarse a la cabeza de los otros dos jóvenes.
-<< ¿Qué habrá querido decir con esa sonrisa?>> pensó la joven.
Lunnei se sentía ridícula por el numerito que había montado con Saul. Había llegado hasta el punto de que tuvieran que regañarla, aunque eso no era lo que más le avergonzaba, lo peor era que Ciros ahora pensaba que verdaderamente era una niña malcriada. En cambio, a él se le veía tan maduro, tan serio y atento…Solo eran dos años los que le sacaba, pero la diferencia de caracteres era notable, aunque no tanta como la que se veía con el pelirrojo, a pesar de que este era de la misma edad que Lunnei. Estaba claro que sería Ciros quien tiraría del carro y se ocuparía de todos los problemas e infortunios que se dieran durante el viaje, pero, en ese caso, ¿qué pintaba Saul? ¿Por qué Ciros había dicho que le necesitaban para seguir adelante? Estaba segura de que tarde o temprano lo averiguaría.
Tras unos minutos más de camino, los jóvenes llegaron a la puerta de una posada. Lunnei nunca había visto una, pero supo reconocerla por el cartel de madera que colgaba, mal colocado, de un par de clavos situados encima del arco que formaba la puerta: “Posada La Marca”. Era lo que podía leerse tallado en la madera. Entraron al interior. La primera planta era una amplia taberna, llena de gente –la mayoría emborrachada- que gritaba y reía, que pedían cervezas en la barra y que cantaban y bailaban con las camareras vestidas con cortas pieles, dejando entreverse demasiada carne. A Lunnei le pareció un lugar muy vulgar para lo que estaba acostumbrada y cuando se sorprendió pensando en eso empezó a preguntarse si Saul no tendría razón en cuanto a lo de pija. Cuando estuvieron totalmente dentro, el pelirrojo se acercó a la rudimentaria barra y saludó a un hombre que había detrás de ella, colocando algunos tazones de cerámica. Su rostro estaba sudado, las gotas resbalaban entra sus arrugas y el vello de la barba, pero lo que sin duda más resaltaba era la cicatriz que se extendía desde la parte superior izquierda de su frente hasta el pómulo derecho, pasando por el entrecejo.
-¡Hey Marca!-le saludó Saul.
-¡Saul! Cuánto tiempo. Hacía mucho que no te pasabas por Endar, ¿qué te trae por aquí?-preguntó amigablemente el hombre.
Saul hizo un movimiento de cabeza en la dirección en la que Lunnei se encontraba.
-¡Ah! Ya veo, pícaro.-dijo mientras guiñaba un ojo.
-No, no es lo que te piensas. Es cuestión de “trabajo”. Ya me entiendes, Iliade, la organización y todo eso…-aclaró el chico.
-Ah, está bien. Podéis quedaros aquí cuanto deseéis. Sabes que estás en tu casa.
-Gracias Marca.-y le dedicó una de sus sonrisas.
-Veo que el chico raro sigue siendo raro.-dijo el hombre con una expresión de algo parecido a decepción en la cara.
Ciros se encontraba en una esquina de la taberna junto con Lunnei, esperando a Saul, sin hablar, mirando al suelo, como si le interesaran los colores de la madera con los que estaba tapizado.
-Sí, bueno, qué se le va a hacer. Gracias otra vez, ahora vamos a descansar si no te importa.
-Claro que no, adelante.
Se despidieron y Saul se acercó a sus compañeros y los dirigió hacia el piso de arriba, donde se extendía un largo pasillo cuyos laterales estaban repletos de puertas donde, Lunnei supuso, se encontraban las habitaciones para hospedar a los clientes. Saul eligió una situada casi al final del pasillo, ya que, según dijo, era la más grande de todo el lugar. Los tres jóvenes se acomodaron encima de las camas, tirando las bolsas al suelo. Lunnei se dejó caer de espaldas sobre la primera cama que vio. No era lo más cómodo sobre lo que se había tumbado, el colchón era demasiado fino y la almohada demasiado baja, pero en esos momentos le daba igual, solo quería dormir
.

jueves, 28 de mayo de 2009

Cap. 7 : En camino

La luz rosácea de los primeros rayos de sol teñía el cielo color violeta y una ligera brisa mañanera revolvía el cabello corto de los chicos, aunque no el de la joven, quien llevaba su media melena negra recogida en una coleta en lo alto de la cabeza. Estaban preparados. Sus bolsas y mochilas iban cargadas hasta el último centímetro con ropa, medicinas, agua potable y algo de comida por si surgían imprevistos. Además de eso, los tres llevaban encima sus armas: Saul sus dagas, colgadas de un cinturón a ambos lados de las caderas; Ciros su característico arco largo, colocado a su espalda junto con el carcaj lleno de flechas; y Lunnei su peculiar espada a la cintura (más similar a un sable, de filo fino y largo), con la que había aprendido a luchar durante toda su vida, junto a Dailor. Esta arma tenía una pequeña inscripción en el mango, dorada y brillante, tanto que no pasó desapercibida para sus compañeros.
-¿Qué es lo que pone ahí?-le preguntó Saul el día anterior, mientras preparaban sus cosas.
-¿Eh? ¿Dónde?- se hizo la remolona, no le apetecía nada volver a hablar de su pasado con el malvado mago, y la espada estaba muy relacionada.
-Ahí, en la empuñadura de tu sable.-replico el chico, al darse cuenta del mal-fingido disimulo de ella. –Hay algo escrito en una lengua que no comprendo, aunque tiene unos trazos hermosos.
-¡Ah! Esto…-volvió a hacer como si no se hubiera dado cuenta de a lo que se refería Saul. –No es más que una pequeña frasecilla en évilo.
-En évilo, claro… ¿y eso qué es?-insistió el pelirrojo.
- El évilo es una antigua lengua utilizada en tiempos de guerra, hace muchos años. Su creador fue un mago llamado Evia, de ahí que sea conocida como évilo. Evia quería una lengua que se hablara en todo el mundo, un idioma universal, de todos y para todos, algo con lo que pudiésemos entendernos fuera cual fuese nuestra procedencia.
-¿Y qué ocurrió con ella?- preguntó esta vez curioso.
-Desapareció. –habló cortante la chica.- unos cien años después de su aparición se descubrió que Evia era en realidad un practicante de las artes oscuras que quería hacerse con el gobierno de los cuatro reinos.
-Eso me suena…-contestó el joven con ironía.
-En efecto, Dailor se propone lo mismo. Es más, la inscripción está en évilo porque Dailor ha adoptado esta lengua como sagrada. La utiliza para sus proclamaciones de nuevos guerreros, sus rituales y sus hechizos más fuertes, aquellos en los que le es necesario recitar palabras. Pero obviamente la versión que él me dio de lo sucedido con Evia es distinta a la real.
-¿Qué fue lo que te contó ese embustero?
-Bueno, Evia es como el maestro de Dailor. Vivió varios siglos y uno de ellos, el último de su vida, lo dedicó a enseñarle a Dailor todo lo que sabe. Aunque él siempre dice que los conocimientos que le transmitió se trataban de saberes religiosos de la asociación, ahora sé que mentía, todo lo que le enseñó fue la magia negra. Nada de saberes sagrados y divinos, solamente maldad y mil formas de hacer daño a la gente.-Un par de lágrimas se desbordaron de los ojos negros de la chica. No quería hablar de ello, no quería porque sabía que acabaría llorando y se había jurado a sí misma que no volvería a sufrir por aquel desgraciado y que se mantendría fuerte a partir de ahora.
-Está bien, tranquilízate, todo ha pasado ya.-le susurró el joven mientras la estrechaba suavemente entre sus brazos para calmarla. –Ahora estás aquí con nosotros, a salvo, y eso es lo que cuenta.
Minutos después, cuando la chica se hubo consolado, comenzó a contarle lo que significaba la frase.
-En serio, no hace falta que me lo cuentes, era solo curiosidad.-dijo el chico con temor de volver a hacerla llorar.
- No, no me importa, ya que he empezado voy a acabar.
- Como quieras.-la miró algo preocupado.
- Traducido literalmente pone: “y el alma despertó en el cielo claro, para acabar bajo el horizonte, donde no llegasen los rayos del sol”.- recitó ella.
-Es espeluznante.-concluyó el chico fingiendo un escalofrío.
-Sí, puede decirse que sí, nunca me contó lo que significaba, tan solo decía que con el tiempo lo entendería. Ahora creo que se refiere a mí, a mí vida y a mi futuro. Yo soy el alma, nací en un lugar normal, supongo que bajo el seno de una familia alegre y feliz, como cualquier otra, pero él me encontró y quiso convertirme a la magia oscura “donde no llegasen los rayos del sol”.-repitió.
-Tiene sentido, pero ya no importa. Ahora tienes una nueva tarea y un nuevo futuro que se ha abierto hacia ti. Disfrútalo.-exclamó el joven.
La mayoría de las veces era un fastidio, pero había ocasiones en las que Saul parecía completamente maduro y sabio. Parecía una persona diferente completamente a lo que solía ser. Alguien con quien hablar y abrirse tan fácilmente como ocurría con Ciros. Es cierto que esas ocasiones no se repetían muy a menudo, pero a Lunnei le bastaba con saber que existía alguien así dentro de él. A partir de ese momento comenzó a ver a Saul de una manera distinta a la de antes, seguía sin soportar su sonrisa y sus continuos chistes, pero cada vez se llevaba mejor con él y ya no le molestaba su compañía para nada. Empezaban a ser, junto con Ciros, un trío unido.

Los tres amigos se miraron los unos a los otros y una de las grandes sonrisas de Saul indicó que podían comenzar su viaje. Se pusieron en marcha por el camino de arenilla que se abría a través del bosque, justo en frente de la casa. Anduvieron durante horas, se encontraban ya bastante lejos del punto de partida cuando decidieron hacer un alto para comer. Estaban en medio del bosque, así que tendrían que cazar algo si querían alimento porque no debían desaprovechar lo que llevaban en las mochilas, quién sabe cuándo les haría falta.
Después de hablarlo, decidieron ir en dos grupos: uno formado por Ciros y Lunnei, y otro con Saul como único integrante. Tampoco les hacía falta mucha comida ya que tenían planeado llegar a un pueblecito al caer la noche y cenarían allí, así que con algo para saciar el hambre por el momento, valía.
Lunnei y Ciros ya se habían adentrado en la espesura, dejando el camino a un lado y atentos a cualquier movimiento, tanto por si se trataba de su almuerzo como de un animal que quisiera almorzarles a ellos.
Ciros llevaba el arco en las manos y ya iba cargado con una flecha, por si acaso debían actuar rápido. Cosa que agradecieron, ya que una pareja de mapaches saltó frente a ellos desde un árbol. Tanto presas como cazadores se quedaron mirándose unos instantes, unos preparados para huir, otros para atacar. Finalmente fueron los animales los que realizaron el primer movimiento saliendo corriendo de allí, pero Ciros fue más rápido y logró alcanzar a uno con su flecha. El animal herido anduvo unos cuantos pasos más con las últimas fuerzas que le quedaban y cuando no pudo más se desplomó en el suelo.
Lunnei corrió detrás del otro mientras Ciros recogía al animal tendido en el suelo, pero la detuvo.
-Déjalo, con este tenemos bastante. Además, Saul volverá con algo también.
La joven dejó de correr y volvió jadeando al lado de su compañero.
-Me alegro, porque creo que nunca habría alcanzado a ese bicho.-contestó ella.
Ciros sonrió.
-Pues deberás ser más rápida si quieres seguir nuestro ritmo.-dijo el moreno.
La chica se ofendió ante tal reproche.
-No soy tan mala como los dos creéis. ¿A caso piensas que solo estudiaba con Dailor? Me estuvo entrenando tanto con la espada como con la magia. Además tengo la suficiente fuerza y resistencia como para seguiros a ambos.-dijo algo enfadada.
-Está bien, Lun, no quería ofenderte. Confío ciegamente en tus posibilidades, pero tendrás que demostrarnos de lo que eres capaz.
-Tsss…Cuando queráis.-contestó altiva la muchacha.
Ciros volvió a sonreír, pero dejó de seguirle el juego.
-Será mejor que volvamos ya, seguramente Saul esté hambriento.
-¿Y cuándo no?-preguntó con sarcasmo la chica.
Desanduvieron el camino que habían hecho a la ida hasta llegar al punto desde el que partieron, y donde debían encontrarse con Saul. Y efectivamente, ahí estaba el pelirrojo, esperando apoyado en un árbol con un par de perdices en las manos.
-¡Pensaba que no llegaríais nunca!-exclamó
-No seas exagerado, Saul.-contestó la joven sin molestarse. Ya estaba acostumbrada a la actitud de su compañero.
-Era broma, Lun. Yo acabo de llegar.-y esbozó su típica sonrisa-¿Y bien? ¿Cómo os ha ido?
-Tenemos un bichejo de estos-contestó la chica mientras señalaba al animal que portaba Ciros.
-Esos bichejos se llaman mapaches, tonta-replicó el pelirrojo.
-Bueno, cómo sea, donde yo vivía no había. Espero que sepan bien, al menos.-se excusó.
-Vamos a comprobarlo.-sugirió Ciros.

Una hora después ya habían acabado de comer. Recogieron las pieles de los animales y esparcieron por el suelo del bosque los restos de la hoguera que habían hecho para cocinarlos, si la dejaban seguramente atraería a muchos animales al camino que se expondrían a los furtivos que pasaban por ahí. Una cosa era matar por necesidad, otra muy distinta era matar por diversión. Cuando hubieron acabado de arreglar el lugar, Saul guardó sus dos perdices desplumadas en una bolsa, ya que con el mapache cazado por sus dos amigos habían tenido más que de sobra para la comida de los tres.
Continuaron su camino. Minuto tras minuto, hora tras hora, iban atravesando aquel bosque que ha Lunnei se le antojó infinito. Mirara a dónde mirase siempre veía lo mismo: árboles y más árboles. De vez en cuando un animalillo se les cruzaba y les seguía por los laterales del camino, a una distancia prudencial, pero con curiosidad. En cualquier caso el paisaje se le repetía demasiado y estaba empezando a aburrirse, y por consiguiente, a cansarse. Pero no debía demostrar debilidad ante los chicos. Ya pensaban que era incapaz de aguantar su ritmo, no debían saber hasta qué punto se sentía inferior a ellos. Eso sí, en la lucha estaba convencida de poder vencerles.
-¿Queda mucho para llegar al pueblo?-preguntó como si no le importara. Ocultando el cansancio.
-No, mira hacia delante, ¿no ves un claro que se abre a unos pocos metros de aquí?-dijo Ciros.
Ella levantó la cabeza del suelo y al contemplar el frente se sorprendió entrecerrando los ojos para evitar que el sol rojizo del atardecer la deslumbrara. El atardecer…qué rápido pasaba el tiempo. Se notaba cansada, pero apenas se dio cuenta de que habían estado andando tantas horas seguidas. En tal caso, era más resistente de lo que pensaba, y los chicos mucho más de lo que cabía en su cabeza. ¿Qué clases de entrenamientos harían? ¿Cómo conseguían no cansarse? En fin, debería empezar a acostumbrase a andar, el camino hacia el reino del sur iba a ser bastante largo. Al fin consiguió ver el claro que Ciros le había dicho y al fondo también veía figuras borrosas.
-¡Sí! Creo que lo veo.-dijo entusiasmada por la posibilidad de que el descanso llegara pronto.
-Muy bien, pues justo detrás de ese claro se encuentra Endar, el pueblo al que vamos. Si te fijas bien podrás ver algunas de sus torres más altas.
-Sí, algo veo, aunque bastante borroso.
-Tranquila, es normal. Aún está un poco lejos.-anunció el chico.
A Lunnei se le cayó el alma a los pies al oír esa frase.
-¿A sí?-dijo disimulando nuevamente su cansancio.
-Algo, llegaremos en una media hora, cuando la noche sea inminente.-contestó el chico.
Bueno, 30 minutos no era mucho tiempo, podía aguantar hasta entonces.

Tras esa media hora, los jóvenes se adentraron en un valle, al comienzo del cual dos rocas grandes se erguían antinaturalmente, seguramente colocadas ahí por la mano del hombre a modo de puerta. En cada una de ella estaba pintada la palabra “Endar”, es decir, el nombre del pueblo.

jueves, 21 de mayo de 2009

Siento la desaparicion =( se que ha sido demasiado tiempo pero entre unas cosas y otras...pero bueno, ya he vuelto y espero que dureee! jajaja gracias a los que habeis pasado por aqui incluso en mi ausencia :) En especial a Nuara, por este premio que en fin...no me lo merezco, sinceramente, entre otras cosas por abandonar el blog asi...aiss, no me lo perdono xD Pues lo dicho, gracias otra vez, y ahora voy a leer todas tus historias que me he perdido jaja eeeen: www.nosolorelatoscortos.blogspot.com ;)



El premio va para mis unicos tres seguidores jajaja aunque nuara ya lo tiene pero bueno, puedes considerarte premiada al cuadrado! :)
Por cierto, justo abajo teneis la continuacion de la historia, espero que os guste.