martes, 24 de febrero de 2009

Imposible...pero ¿por qué?

Salió corriendo lo más rápido que pudo, sin una dirección, sin un sentido, solo con el objetivo de escapar de allí, o más bien, de escapar de todo y de todos. Quería esconderse en su rincón favorito del valle y no salir nunca más de ahí. Cuando llegó se sentó en el suelo con la cabeza entre las manos y echa un lío.
Acababa de recibir la noticia, imposible y confusa noticia. Habían pasado ya 4 años desde la primera vez que se vieron, 2 años desde la primera vez que se besaron...y a penas unos minutos desde su última caricia. "Imposible, imposible, imposible" era la palabra que se repetía en su mente una y otra vez. ¿Cómo podía el resto del mundo permitir que ocurriera? ¿Cómo no lo pararon antes de que empezara? ¿Cómo dejaron que se enamoraran hasta tal punto?...Carecía de toda lógica y ella no paraba buscar soluciones idiotas para este problema. No era una broma, no era una estrategia, no era nada más y nada menos que la verdad. Él, aquel ser tan inmensamente especial, único en el mundo para ella, su perfecta mitad. Habían pasado tantos momentos juntos, buenos y malos. Tanta felicidad. Fue el primero en hacerle ver la mejor parte de la vida, el primero en rozarla con ese cariño indescriptible, el primero en besarla, el primero en cuidarla por encima de todo lo demás...
Qué importaba, todo eso ya había quedado atrás, nunca más volvería, aunque el último de esos instantes hubiera ocurrido hace tan poco. Ante este pensamiento las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, al principio tímidamente, para después convertirse en un llanto incesante.
Minutos después alguien se paró delante de ella, observándola desde arriba. No había pensado que él conocía aquel sitio y sabía cuánto le gustaba. Debería haber sabido que el primer lugar donde buscaría sería allí.
-Hola...hermano.- dijo ella con la voz resquebrajada, sin levantar a penas la cabeza, pues sabía perfectamente quién se encontraba delante.

¿Hermano? Ella no era la única afectada, él tampoco podía creerse que fuera verdad. Hermanos...después de todo lo que habían vivido y todo lo que habían planeado para su futuro juntos. Era increíble. Tampoco se explicaba cómo todo el mundo pudo ocultarles el secreto de que eran familia, hermanos para ser más exactos. ¿Qué pensarían de ellos? Seguramente a muchos les darían asco, al fin y al cabo, aunque ellos no lo conocieran hasta ahora, era un incesto en toda regla. Después de superar, en parte, la conmoción ante el "hermano" pronunciado por ella, el chico la miró y un nuevo sentimiento de espanto recorrió cada nervio de su cuerpo. La cara de su niña, su pequeña, sucia por las lágrimas y rota de dolor, se le clavó en el pecho y de ahí a la mente, proyectándose una y otra vez. Pero en esta ocasión no fue conmoción lo que provocó, sino lucidez. Salió de su estado apartado del mundo y se agachó para sacar a la chica del suyo. Le cogió la cara suavemente con sus manos y la miró profundamente, con una chispa en los ojos.
Ella conocía esa mirada, era la que solía poner cuando se le había ocurrido una de sus geniales ideas con las que siempre lograba solucionarlo todo, aunque ¿tendría solución esta vez?
- ¿Qué? ¿Qué estás mirando? No podrás cambiar nada, no en esta ocasión. Sé que siempre tienes la solución a todos los problemas, es una de las razones por las que te odiaba al principio. - dijo ella con una medio sonrisa en los lavios al recordar aquel pasado ahora tan lejano. - Pero esta vez es distinto.- y borró ese efímero proyecto de sonrisa. - Somos lo que somos, y es inevitable, nos guste o no, a mí personalmente no me gusta mucho la idea, la verdad.
Ahora fuel el chico el que sonrió, ahí estaba su chica, la niñata chistosa que tanto quería.
- No quiero cambiar lo que somos. Aunque pudiera no lo haría, porque en cierto modo, ahora estamos aquí, juntos, gracias a lo que somos. De otra manera seguramente ni nos hubiéramos conocido.
- Tsss...-fue lo único que contestó ella tras la explicación del chico. No sabía qué hubiera sido mejor, ya no sabía nada.
- Lo que voy a hacer va a ser seguir como antes.
- No podemos seguir como antes, ¿no lo entiendes? - gritó ella desesperada, levantándose del suelo y dando vueltas en el sitio mientras lloraba.
-¿Por qué no? - dijo él serio, levantándose también.
¿Por qué no? Cómo que por qué no...Pues porque no, porque, porque, porque...No encontró una razón que darle así que solo esperó a que él prosiguiera.
- ¿Ves? No hay nada que nos lo impida. El único problema sería la gente, pero piénsalo, si nadie nos ha dicho nada hasta ahora será que no les importa, ¿no? Si hubieran tenido algún problema nos lo habría prohibido desde que empezamos.
- Eso es verdad. - susurró ella. Las lágrimas caían cada vez con menor intensidad.
- Yo solo quiero estar contigo, me da igual quienes fueran nuestros padres, ellos ya no están aquí, y de hecho, nunca han estado. Tú eres lo único que de verdad merece la pena en mi vida y si ahora te pierdo me pierdo a mí mismo. Por favor, dime, ¿estás conmigo?
Ella se quedó callada unos segundos, eternos para él, quien ya se temía lo peor.
- Sí, ahora y siempre, hasta el final del mundo.
Y él la abrazó más fuerte que nunca, con seguridad, sin miedo.
Y ella se sintió protegida una vez más. En su rincón favorito del valle, con su persona favorita del mundo.

1 comentario:

  1. Vuelves con fuerza Usuniss!!
    Un relato que no se si calificar de triste, esperanzador o ...extrabagante jejeje
    pero me encanta me ha dejado en estado de sock jajja

    Ya se te echaba de menos!! ya pensaba que no ibas a volver y q nos habías abandonado :( pero nooo aqui tas jajaj muxos besos preciosa!!
    sigue escribiendo asi que ya sabes que adoro leer todo lo que escribes!!

    ResponderEliminar