-¿Pero qué te ocurre?- preguntó Saul tras un breve momento de silencio.
-Nada, es solo que me han venido algunas imágenes terribles a la cabeza.-contestó.
-¿Imágenes terribles? ¿De qué te has acordado?
-¡No! No es nada, son solo imaginaciones mías. –no quiso dar más detalles sobre su visión. No quería arriesgarse a que la imagen se dibujara de nuevo en su cabeza.
Cuando salieron del pueblo otras dos grandes rocas como las de la entrada al pueblo se levantaban a ambos lados del camino. La diferencia entre éstas y las anteriores estaba en los grabados que tenían. Mientras que en las de la entrada podía leerse “Endar” en estas lo que estaba escrito era “Suerte en su camino”, pero en la variante norteña de la lengua, por lo que Lunnei no comprendía muy bien el significado de la frase.
-Supongo que tampoco sabrás lo de las variantes geográficas de la lengua, no? – le preguntó Saul antes de que ella dijera nada.
La chica negó con la cabeza algo avergonzada. Se sentía estúpida.
-Bien, es muy sencillo. Dado que en todo el mundo se habla actualmente la misma lengua, como es lógico, debido a la distancia y al paso del tiempo esa lengua ha ido evolucionando de manera algo distinta en cada reino, generándose así 4 variantes geográficas: norteña, sureña, occidental y oriental.- recitaba el pelirrojo como si estuviera leyendo una enciclopedia- Todas tienen raíces similares, por lo que podemos comprender algunas palabras sin mucho esfuerzo, pero a la vez todas tienen diferencias.
-Y si eso que está ahí escrito es norteño y nosotros estamos en el norte, ¿por qué no sé exactamente lo que dice?-preguntó la joven algo confusa.
-Porque nosotros ahora mismo no hablamos norteño, simplemente la lengua común. Es la más utilizada y, en realidad, muy pocas personas utilizan las variantes de su reino. Prácticamente todo el mundo habla la lengua común. Las variantes son más utilizadas para monumentos, ceremonias y cosas así.
-Como hace Dailor con el évilo.-comparó la joven.
Una situación algo incómoda se creó en ese momento. Solo Ciros se atrevió a romper ese amargo silencio.
-Exacto. –fue lo único que dijo.
Tras esa pausa y explicación, los tres jóvenes siguieron su camino sin hacer grandes comentarios.
Acababan de comenzar el camino de ese día, pero Lunnei ya había empezado a deprimirse en sus adentros. Parecía como si nunca hubieran pasado por el pueblo, como si jamás hubieran dejado el bosque. El paisaje era exactamente igual al del día anterior: un pequeño sendero de arena en el medio y miles árboles frondosos a ambos lados de aquel sendero, todo ello adornado con altas hierbas y bastantes insectos y algún que otro mamífero correteando por ahí.
Y al igual que el paisaje no cambió, el desarrollo del día tampoco. Caminaban y caminaban, paraban a comer algo y seguían caminando. La única variación que se dio respecto al día anterior fue que llegaron al siguiente pueblo apenas un par de horas después del almuerzo. La chica se alegró bastante, ya estaba empezando a notar ampollas en sus pies.
- ¿Por qué paras? – le preguntó Ciros extrañado a Lunnei.
-…- ella no sabía qué responder, pensaba que pasarían al pueblo a descansar pero si no era así no quería mostrar su debilidad.
-No me digas que ya te has cansado.-dijo Saul con pesadez.
-¿Eh? No, no… ¡para nada!- mintió – Tan solo estaba observando un poco por encima el lugar.
- Es muy similar a Endar, algo más pequeño pero similar de igual forma.-informó Ciros.
- Está bien. Continuemos entonces.- dijo la chica simulando fuerza, aunque en su interior se vino abajo. No aguantaría mucho más tiempo andando, al menos no sus pies.
En contra de toda predicción, Lunnei consiguió continuar con la marcha hasta bien entrada la noche. Cuando se detuvieron en el borde del sendero el cielo estaba de un azul tan oscuro que casi parecía negro y las estrellas brillaban con tanta fuerza que iluminaban todo el bosque con su blanco resplandor.
-Deduzco que dormiremos aquí hoy, ¿verdad? –preguntó la chica.
-Deduces bien-contestó el pelirrojo con su ya tan familiar sonrisa.
Comieron algo de lo que les había sobrado del almuerzo y después sacaron sus mantas y las colocaron entre las hierbas al lado del sendero, alrededor de un árbol de tronco grueso. Cuando todo estuvo listo se acomodaron cada uno en su improvisada cama y se dispusieron a dormir.
Lunnei empezó a dar vueltas sobre sí misma. Cerraba los ojos pero no lograba conciliar el sueño así que decidió dejarlos abiertos hasta que el cansancio los cerrara por ella.
Todo estaba en silencio. No se escuchaba nada más que el leve sonido del aire moviendo las ramas de los árboles, algún animalillo y las respiraciones sosegadas de sus amigos, o mejor dicho, de su amigo. Lunnei se giró hacia el lado en el que descansaba Saul y lo contempló ahí, acurrucado debajo de las mantas que se elevaban suavemente impulsadas por el movimiento de su pecho. Tenía la expresión sosegada e inspiraba tranquilidad, incluso parecía agradable así dormido.
Sin darse cuenta se había quedado embobada mirando al chico, pero entonces una voz la sacó de su trance.
- Angelical, ¿verdad?
La chica se volvió hacia el lado contrario y observó a Ciros, bocarriba, contemplando las estrellas y con los ojos bien abiertos.
- ¿Qué haces despierto? – le preguntó ella intentando cambiar de tema mientras se cubría parte de la cara con su manta para ocultar el sonrojo.
- La misma pregunta puedo hacerte yo.-contestó el amablemente.
-No podía dormir.
-Cualquiera lo diría. Hace un rato habrías dado lo que fuera por un minuto de descanso, ¿a que sí?
Derrotada, la joven decidió sincerarse.
- ¿Tanto se nota?
- No, la verdad es que disimulas muy bien, pero a mí no me engañas.- Y tras decir eso se giró para mirarla a la cara.
-No quería que pensarais que soy débil o me vierais como una carga.
- No tienes que preocuparte por eso. Lo entenderíamos perfectamente, si nunca has salido del terreno de Dailor es físicamente imposible que estés preparada para andar grandes distancias.
- Ya, pero…Saul no es como tú. Te agradecería que no le contaras nada.
- Bueno, si no quieres no tiene por qué saberlo. Podemos parar más a menudo para que descanses.
- No. Lo notará
- Confía en mí, no sospechará nada. – y le guiñó un ojo por encima del pañuelo que le cubría media cara. – Ahora intenta dormir, créeme, lo necesitas.
-Sí. –asintió ella.
Intentó conciliar el sueño de nuevo, pero una vez más no lo consiguió. Volvió la mirada hacia el joven otra vez.
-Ciros –llamó -¿Estás despierto?
- Por poco –contestó.
-¿Es esto una locura?
-¿El qué?
- Yo, vosotros, Dailor, nuestro viaje, mis padres…todo. Quiero decir, no sabemos en qué lugar se encuentran exactamente esos herreros, ni si quiera sabemos si la leyenda del metal de Heiss es verdad. Estamos a ciegas.
- Bueno, sabemos la zona, ya preguntaremos. La gente habla mucho y los rumores se extienden rápidamente, es difícil ocultarse en este mundo, y más aún si eres capaz de construir espadas mágicas. – y carcajeó a penas sin volumen.
- Y en el caso de que encontrásemos al matrimonio del metal, ¿qué haríamos? Seguramente hayan fabricado armas y joyas para miles de personas, no recordarían a mis padres.
- Venga Lun, tranquilízate. Encontraremos a tu familia cueste lo que cueste. Ahora duérmete de una vez. – alargó la mano y despeinó la mata de pelo negro que era la cabellera de la chica. – Buenas noches.- y se giró.
-Buenas noches Ciros.- y también se giró. – Y gracias.
-Nada, es solo que me han venido algunas imágenes terribles a la cabeza.-contestó.
-¿Imágenes terribles? ¿De qué te has acordado?
-¡No! No es nada, son solo imaginaciones mías. –no quiso dar más detalles sobre su visión. No quería arriesgarse a que la imagen se dibujara de nuevo en su cabeza.
Cuando salieron del pueblo otras dos grandes rocas como las de la entrada al pueblo se levantaban a ambos lados del camino. La diferencia entre éstas y las anteriores estaba en los grabados que tenían. Mientras que en las de la entrada podía leerse “Endar” en estas lo que estaba escrito era “Suerte en su camino”, pero en la variante norteña de la lengua, por lo que Lunnei no comprendía muy bien el significado de la frase.
-Supongo que tampoco sabrás lo de las variantes geográficas de la lengua, no? – le preguntó Saul antes de que ella dijera nada.
La chica negó con la cabeza algo avergonzada. Se sentía estúpida.
-Bien, es muy sencillo. Dado que en todo el mundo se habla actualmente la misma lengua, como es lógico, debido a la distancia y al paso del tiempo esa lengua ha ido evolucionando de manera algo distinta en cada reino, generándose así 4 variantes geográficas: norteña, sureña, occidental y oriental.- recitaba el pelirrojo como si estuviera leyendo una enciclopedia- Todas tienen raíces similares, por lo que podemos comprender algunas palabras sin mucho esfuerzo, pero a la vez todas tienen diferencias.
-Y si eso que está ahí escrito es norteño y nosotros estamos en el norte, ¿por qué no sé exactamente lo que dice?-preguntó la joven algo confusa.
-Porque nosotros ahora mismo no hablamos norteño, simplemente la lengua común. Es la más utilizada y, en realidad, muy pocas personas utilizan las variantes de su reino. Prácticamente todo el mundo habla la lengua común. Las variantes son más utilizadas para monumentos, ceremonias y cosas así.
-Como hace Dailor con el évilo.-comparó la joven.
Una situación algo incómoda se creó en ese momento. Solo Ciros se atrevió a romper ese amargo silencio.
-Exacto. –fue lo único que dijo.
Tras esa pausa y explicación, los tres jóvenes siguieron su camino sin hacer grandes comentarios.
Acababan de comenzar el camino de ese día, pero Lunnei ya había empezado a deprimirse en sus adentros. Parecía como si nunca hubieran pasado por el pueblo, como si jamás hubieran dejado el bosque. El paisaje era exactamente igual al del día anterior: un pequeño sendero de arena en el medio y miles árboles frondosos a ambos lados de aquel sendero, todo ello adornado con altas hierbas y bastantes insectos y algún que otro mamífero correteando por ahí.
Y al igual que el paisaje no cambió, el desarrollo del día tampoco. Caminaban y caminaban, paraban a comer algo y seguían caminando. La única variación que se dio respecto al día anterior fue que llegaron al siguiente pueblo apenas un par de horas después del almuerzo. La chica se alegró bastante, ya estaba empezando a notar ampollas en sus pies.
- ¿Por qué paras? – le preguntó Ciros extrañado a Lunnei.
-…- ella no sabía qué responder, pensaba que pasarían al pueblo a descansar pero si no era así no quería mostrar su debilidad.
-No me digas que ya te has cansado.-dijo Saul con pesadez.
-¿Eh? No, no… ¡para nada!- mintió – Tan solo estaba observando un poco por encima el lugar.
- Es muy similar a Endar, algo más pequeño pero similar de igual forma.-informó Ciros.
- Está bien. Continuemos entonces.- dijo la chica simulando fuerza, aunque en su interior se vino abajo. No aguantaría mucho más tiempo andando, al menos no sus pies.
En contra de toda predicción, Lunnei consiguió continuar con la marcha hasta bien entrada la noche. Cuando se detuvieron en el borde del sendero el cielo estaba de un azul tan oscuro que casi parecía negro y las estrellas brillaban con tanta fuerza que iluminaban todo el bosque con su blanco resplandor.
-Deduzco que dormiremos aquí hoy, ¿verdad? –preguntó la chica.
-Deduces bien-contestó el pelirrojo con su ya tan familiar sonrisa.
Comieron algo de lo que les había sobrado del almuerzo y después sacaron sus mantas y las colocaron entre las hierbas al lado del sendero, alrededor de un árbol de tronco grueso. Cuando todo estuvo listo se acomodaron cada uno en su improvisada cama y se dispusieron a dormir.
Lunnei empezó a dar vueltas sobre sí misma. Cerraba los ojos pero no lograba conciliar el sueño así que decidió dejarlos abiertos hasta que el cansancio los cerrara por ella.
Todo estaba en silencio. No se escuchaba nada más que el leve sonido del aire moviendo las ramas de los árboles, algún animalillo y las respiraciones sosegadas de sus amigos, o mejor dicho, de su amigo. Lunnei se giró hacia el lado en el que descansaba Saul y lo contempló ahí, acurrucado debajo de las mantas que se elevaban suavemente impulsadas por el movimiento de su pecho. Tenía la expresión sosegada e inspiraba tranquilidad, incluso parecía agradable así dormido.
Sin darse cuenta se había quedado embobada mirando al chico, pero entonces una voz la sacó de su trance.
- Angelical, ¿verdad?
La chica se volvió hacia el lado contrario y observó a Ciros, bocarriba, contemplando las estrellas y con los ojos bien abiertos.
- ¿Qué haces despierto? – le preguntó ella intentando cambiar de tema mientras se cubría parte de la cara con su manta para ocultar el sonrojo.
- La misma pregunta puedo hacerte yo.-contestó el amablemente.
-No podía dormir.
-Cualquiera lo diría. Hace un rato habrías dado lo que fuera por un minuto de descanso, ¿a que sí?
Derrotada, la joven decidió sincerarse.
- ¿Tanto se nota?
- No, la verdad es que disimulas muy bien, pero a mí no me engañas.- Y tras decir eso se giró para mirarla a la cara.
-No quería que pensarais que soy débil o me vierais como una carga.
- No tienes que preocuparte por eso. Lo entenderíamos perfectamente, si nunca has salido del terreno de Dailor es físicamente imposible que estés preparada para andar grandes distancias.
- Ya, pero…Saul no es como tú. Te agradecería que no le contaras nada.
- Bueno, si no quieres no tiene por qué saberlo. Podemos parar más a menudo para que descanses.
- No. Lo notará
- Confía en mí, no sospechará nada. – y le guiñó un ojo por encima del pañuelo que le cubría media cara. – Ahora intenta dormir, créeme, lo necesitas.
-Sí. –asintió ella.
Intentó conciliar el sueño de nuevo, pero una vez más no lo consiguió. Volvió la mirada hacia el joven otra vez.
-Ciros –llamó -¿Estás despierto?
- Por poco –contestó.
-¿Es esto una locura?
-¿El qué?
- Yo, vosotros, Dailor, nuestro viaje, mis padres…todo. Quiero decir, no sabemos en qué lugar se encuentran exactamente esos herreros, ni si quiera sabemos si la leyenda del metal de Heiss es verdad. Estamos a ciegas.
- Bueno, sabemos la zona, ya preguntaremos. La gente habla mucho y los rumores se extienden rápidamente, es difícil ocultarse en este mundo, y más aún si eres capaz de construir espadas mágicas. – y carcajeó a penas sin volumen.
- Y en el caso de que encontrásemos al matrimonio del metal, ¿qué haríamos? Seguramente hayan fabricado armas y joyas para miles de personas, no recordarían a mis padres.
- Venga Lun, tranquilízate. Encontraremos a tu familia cueste lo que cueste. Ahora duérmete de una vez. – alargó la mano y despeinó la mata de pelo negro que era la cabellera de la chica. – Buenas noches.- y se giró.
-Buenas noches Ciros.- y también se giró. – Y gracias.